Unos meses antes de decretarse la cuarentena por la pandemia del COVID 19 llegó don Patricio Garrido Ossa, en su bicicleta, al centro día Padre Damián de Molokai, dependiente de la Fundación de Beneficencia de los Sagrados Corazones ubicado en la comuna de Macul.
Desde los 15 años que adoptó este medio de transporte para recorrer la ciudad. Sólo hace dos, aproximadamente y por menor movilidad de su cuerpo, la cambió por una eléctrica. “La bicicleta y las caminatas me mantienen activo. Me ayuda hacer ejercicio, me gusta caminar, me ejercito harto, trato de hacer cosas porque es lo único que puede mantener mi cuerpo y huesos con movilidad”, dice don Patricio.
A pesar de tener seis hijos y a sus 87 años dice que prefiere vivir solo. No le gusta molestar ni incomodar a su familia. “He intentado vivir con alguno de mis hijos, pero es difícil. Cada uno tiene su vida y su familia. Prefiero visitarlos”, enfatiza.
Hasta hace poco se desempeñó como electricista y gásfiter, trabajos que ya no puede ejercer y por eso buscó un lugar donde lo acojan y pueda compartir con otros y otras en su misma condición. “Ya estoy viejo, ahora necesito otros cuidados y la compañía de las personas de esta institución me hace bien”, sostiene. Agrega, “en el centro Padre Damián me atienden bien, nos dan buena comida, nos entretienen, nos cuidan, se preocupan de nosotros, ayudan a los que están inválidos, son muy amables. Me gusta venir y estar con los demás que también están en mi condición”.